Proferido el comunicado del Estado Mayor Central de las Farc-Ep, publicado en la página de ANNCOL http://anncolprov.blogspot.com/2012/05/el-secretariado-de-las-farc-ep-ahora.html?spref=tw, queda claro cuál es la posición que se ha ordenado frente al caso del periodista francés Romeo Langlois. Por lo menos allí, no se ve al Roméo que conocemos, así que nos toca insistir en su carácter.
De acuerdo con el mencionado comunicado, la cosa es simple: Romeo iba con los militares y con prendas militares, de manera que existe toda la justificación para tratarle como a un militar capturado, es decir, como a un “prisionero de guerra”. Eso significa el derecho para mantener dicha retención hasta que se cumpla alguna condición.
La premisa sobre el carácter de Roméo es el primer punto. Se trata necesariamente de un periodista funcional al proyecto de guerra porque si no, no lo admitirían en un helicóptero militar: “Los periodistas que las fuerzas armadas colombianas llevan consigo en sus operaciones militares, no cumplen el propósito imparcial de informar sobre la realidad, sino el de manipular, ésta para que sirva al proyecto de guerra contra el pueblo colombiano”.
Al respecto hay una clara y grave equivocación. Como ya lo vienen diciendo los muchos colegas que le conocen, y otros tantos líderes de diferente tipo con quienes se ha relacionado, Romeo es un periodista independiente y arriesgado, cuyo trabajo se acredita por sí solo. Y su presencia con las fuerzas militares no demuestra su funcionalidad a los objetivos del Estado. Muy al contrario, y esto no es retórico, lo que demuestra es una alta capacidad de gestión y un alto grado de riesgo, para poder ir al terreno de los combates e informar.
De su trabajo no ha salido antes y no saldría en este caso tampoco, un producto manipulado. Como en varios trabajos que le hemos visto, lo que saldría seguramente es lo absurdo de la realidad sin maquillaje, que basta con que sea vista para que se demuestren las relaciones que la sustentan. Y eso habla por sí solo. Esa es la función de los periodistas extranjeros que cubren el conflicto, mostrando con entrevistas las afirmaciones que aquí justificamos o asumimos como normales, pero en otros países producen escozor. ¿Por qué será?
Como segundo elemento del comunicado, nos queda la primera condición anunciada para la liberación de Roméo: “Romeo Langlois vestía prendas militares del Ejército regular en medio de un combate. Creemos que lo mínimo que puede esperarse para la recuperación de su plena movilidad es la apertura de un amplio debate nacional e internacional sobre la libertad de informar”.
Sobre eso también hay un error. El caso de Roméo Langlois ya ha inaugurado un debate nacional e internacional. Pero bajo el régimen actual de los mass media ese debate seguirá siendo, ahí sí, funcional a la guerra, y su variación hacia una reflexión real sobre la libertad de información no será lograda manteniendo el cautiverio de Roméo, por el simple hecho de que esa situación es anti-reflexiva; eleva todas las sensibilidades y no deja lugar para desarrollar el debate pendiente.
Cada segundo de demora en la liberación de Roméo Langlois es un segundo perdido para todos. Para los periodistas, para la libertad de expresión y para clima favorable a la solución política. El riesgo que significa prolongar este momento sólo es favorable para los enemigos de la paz.
José Antequera Guzmán