Las amigas de la que aún es mi novia, aunque nos hayamos casado y hayamos tenido una hija, implantaron la costumbre de incluir la lectura del horóscopo chino de Ludovica Esquirru en su “ritualito de fin de año”, en el que comparten cosas sobre sus experiencias y agradecen por ellas, y al que yo me sumo porque disfruto de su forma de ser abierta, alegre y su gusto por la buena comida.
Desde 2019, sin embargo, no leo todo lo que el horóscopo de Ludovica dice sobre mi signo porque ese año aprendí que es mejor que te pasen ciertas cosas en la vida sin previo aviso y porque también me pasaron otras cosas que me hicieron dejar de creer en pendejadas. 2019 fue el año del chancho, mi animal, y el de mi hija, que nació en mayo. El horóscopo me dijo que precisamente sería mayo el mes de las dificultades, y fue cierto porque me recuerdo sobre todo corriendo de un lado a otro buscando “trapitos” y despertándome cada dos horas. Pero si no hubiera leído lo que el destino me deparaba, creo que habría sido menos soldado de la supervivencia y por lo tanto más feliz.
Al inicio de 2021, cuando el ritualito de las amigas de mi novia tuvo que ser una reunión por zoom, el horóscopo dijo que mi salud no sería óptima y que debía tener cuidado con mi alimentación. Fue tan claro el mensaje que no pude evitar tomarlo como una advertencia seria y decidí adquirir ciertos hábitos. Entre ellos, el que asumí como ese soldado de la supervivencia en que me convierto con las predicciones, fue tomar un desayuno saludable. Todos los días que pudiera desayunaría bien y por lo que vendían en la tienda ecológica de mi barrio llegué rápidamente a la elaboración y consumo disciplinado de un tazón de avena, yogurt, arándanos y almendras.
Comí lo mismo durante varios meses. Varié de vez en cuando, pero esa era la mezcla del desayuno de José que podía preparar rápidamente para hacerles algo diferente a mi novia y a mi hija, que no pueden con esa repetición obsesiva en la que me puedo embarcar sólo yo.
Un día mientras desayunaba sentí un dolor en una muela. Se me hinchó la encía. Pasé así tres días calladito esperando a que fuera pasajero, pero el lunes me levanté con la hinchazón en un estado preocupante. Fui a urgencias odontológicas y allí, recién revisarme, la odontóloga me dijo que eso estaba muy raro y que debía ir lo más pronto posible a donde un especialista en periodoncia. Logré conseguir una cita particular para el día siguiente. Después de varias radiografías, una Doctora que me recordó a las amigas de mi novia me anunció que sí, que mi salud no estaba óptima, como había leído en la predicción del horóscopo. Me tendrían que hacer una cirugía en la muela para evitar perderla por el consumo reiterado de mi receta saludable con duras almendras.