• Sobre…

Primero fue la palabra.

  • El cartel de los buenos políticos

    diciembre 5th, 2017

    Que si Claudia López, que si Petro, que si De La Calle, que si Fajardo, que si Clara López. La cartelización de los partidos políticos en Colombia reduce el debate sobre el futuro del país a los acuerdos entre personas, envía a segundo plano la comprensión sobre las perspectivas que están en juego y repite los errores del pasado reciente en torno a la campaña del plebiscito al tratar a los votantes como consumidores.

    Porque llega al límite del hastío el exceso de análisis sobre las elecciones de 2018 en torno a un puñado de nombres y las consecuencias propagandísticas de las fórmulas de coalición. La paz, el proyecto de largo plazo para Colombia que engloba los anhelos de apertura democrática y justicia social, ha sido peleada y construida por la gente, la ciudadanía y los movimientos sociales. Por las víctimas, por el campesinado, por los estudiantes, por todos los sectores que demandan y se movilizan y exigen y se rebelan y gracias a los cuales existe un conflicto por solucionar, y no vivimos en el consenso sordo a favor de  toda la dominación y saqueo que nos han querido imponer.

    ¿Cómo es posible que una persona cualquiera salga a marchar contra la reforma tributaria levantando las banderas del uribismo después de hacer una fila inútil para que le den los medicamentos a su abuelita enferma gracias al sistema inhumano que le debemos al mismo Uribe? ¿De cuándo acá una agenda tan liberadora que no tiene nada de ofensiva contra la vida, sino todo lo contrario, como la agenda feminista, terminó siendo temida por gente que cree en el amor de dios con el cuento de la “ideología de género”, como si fueran cosas que no cupieran en el mismo cuerpo? Fotos y más fotos de políticos brillantes que consultan si su imagen es la mejor entre otras, que no se quieren juntar con quienes están más abajo en las encuestas para no untarse de maldiciones, que se toman selfies con las que envían el mensaje de que cada día se parecen menos a la gente que dicen representar, mientras campean las confusiones e incomprensiones con las que el Ex Procurador hace un sancocho y se lanza en campaña.

    Debatamos las ideas y los proyectos. Hagamos una nueva forma de hacer política recuperando esa sencilla pero tan importante costumbre del pasado. No es hacer de la corrupción un nuevo tema para cautivar a un nuevo target, pero luego quejarse del uso de la post-verdad por parte de la extrema derecha colombiana. Si todos jugamos a lo mismo perdemos autoridad por igual. Este país que tenemos desindustrializado  que intenta salvarse a punta de petróleo y minería, necesita que los corruptos no se roben la plata. Pero también necesita más recursos a disposición para que el Estado cumpla con su misión, sobre todo en los territorios. Una plata que nadie se roba ilegalmente, sino que los más ricos entre los ricos del país no pagan gracias a las exenciones de impuestos. Plata que todavía se sigue invirtiendo en defensa de manera desproporcionada, aunque el Ministro de Minas necesite contratar los servicios de seguridad de la Anglo Gold Ashanti para que la Colosa no sea explotada por los ilegales. Muy valiente enfrentarse a barones de la para-política, pero la vancante está abierta para una fuerza política y social, no un individuo, capaz de ajustar un sistema tributario regresivo, por ejemplo, y para impedir que los recortes que se anuncian para salvarnos de la crisis y enfrentar el posconflicto lo pague la gente que cuenta las monedas para irse a trabajar hasta a las 15.

    Estamos en tiempo de hacer exigencias a los líderes que ocupan las primeras planas. Y yo no sólo les pido unidad, como postula el tradicional lema de la izquierda. Hay que quitarse la corbata, disputar la confusión que el uribismo muestra sin sonrojarse en ese sancocho pasado con el que están convocando a la marcha del 1 de abril, y construir un mensaje que no se quede en un slogan de publicidad política made in Brasil. Que sea la gente, desprovista del obstáculo de la guerra la que llegue al poder cuando cualquiera de ustedes, en cumplimiento de un mandato, se deba poner la banda de Presidente.

    @Antequerajose

    31 de marzo de 2017

  • La fábrica de hacer gomitas

    diciembre 5th, 2017

    A esta altura del año, entre los afanes de la implementación del Acuerdo de Paz, el destape de casos históricos de corrupción y el horizonte de las elecciones de 2018, la política colombiana comienza a parecerse a una fábrica de hacer gomitas.

    Todo está medido y lo único que nos queda, se supone, es sentarnos a ver cómo caen de la banda los trocitos de caramelos de colores, con resignación. Que el Presidente Santos ya no se sostiene en la Unidad Nacional, que las diferentes tendencias del liberalismo criollo comenzaron a raparse las hojas y que nos va a tocar aceptar de ahora en adelante el juego de chantajes entre gente con rabo de paja. Que ahí viene Vargas Lleras, la siguiente gomita en caer en la caja de los presidentes.

    Mi compañero Jairo Rivera de 27 años, exvocero de la MANE y ahora vocero de Voces de Paz está llevando la voz de una generación al Congreso, a territorios, a Universidades y a donde lo inviten. No se desgasta en debates por lo bajo. Les habla a los congresistas de reconciliación, de futuro, de una segunda oportunidad sobre la tierra para Colombia. Lo hace con el mismo espíritu con el que miles de jóvenes salimos a marchar después del 2 de octubre, impregnado como estamos todos con la certeza de que la muerte dejó de ser para nosotras y nosotros el costo necesario del progreso o de la lucha por el poder.

    Jairo y sus compañeras sabemos que la fábrica de hacer gomitas sólo puede pararse con el pensamiento y la acción que permitan transformar el modo como la sociedad colombiana ha entendido el conflicto en los últimos años.

    Maturana, no el técnico sino el biólogo, puso el problema del conflicto en palabras sencillas. “Un conflicto sólo puede resolverse sólo si nos movemos hacia otro dominio donde toma lugar la coexistencia”. Políticamente el espacio de coexistencia se llama democracia, y es eso lo que hemos estado intentando tener y que no hemos tenido.

    Pero para que uno pueda vivir en democracia tiene que madurar; aceptar que no existe ni es posible alcanzar un mundo ideal de uniformidad. Que la pretensión de acomodar la realidad a la fantasía mata y nos hace matar. Que el único destino posible para una sociedad que repudia los aspectos negativos de su historia reciente y se decide a no repetirlos es transitar a una vida de respeto que, como decía Estanislao Zuleta, es siempre el respeto por la diferencia.

    El modo como se justifican la jugadas prácticas para torpedear los asuntos importantes de la implementación de la paz es con la venta al público de una realidad uniforme en la que la cuestión no es cómo se juzga a las Farc, sino por qué deberían desaparecer de la fas de la tierra; ellos, y todos los diferentes a quienes se nos ha puesto en el cartel del miedo a la dictadura-homosexual-castrochavista.

    Es fácil comprender por qué el exprocurador Ordoñez quemaba libros; por qué se alía con el Pastor Arrázola, y por qué en los debates sobre la paz envían siempre al mismo joven neonazi a amedrentar a las víctimas. Los únicos que tienen todavía el esquema de la Guerra Fría en Colombia son los personajes paranoides que no saben de qué van a vivir cuando el sentido común de este país cambie definitivamente y los fanáticos guerreristas se conviertan en piezas de museo.

    Jairo y miles de jóvenes estamos trabajando, con mucho orgullo, para evitar que en este país se sigan imponiendo intereses políticos contra la paz con la pantalla que se le sigue dando a las excusas de pensamiento trasnochado. Necesitamos un pensamiento distinto para que la gente se mueva y pare la fábrica de hacer gomitas. Gente distinta que también tiene que aprender todos los días a respetarse en su diferencia para no fracasar en el empeño.

    @Antequerajose

    16 de marzo de 2017

  • La traición a los Acuerdos de Paz

    diciembre 5th, 2017

    El fantasma de la traición amenaza los Acuerdos de Paz, a pesar de la aprobación de un acto legislativo que pretende blindarlos y obligar al Estado a mantener su implementación por, al menos, tres períodos presidenciales.

    Motivos de desconfianza siempre han existido. La historia, que no deja de gritar. Pero hablemos de razones concretas:

    La implementación legislativa, que pasa por la unidad y coherencia de la Unidad Nacional, ha querido ser convertida en la continuación de la negociación pero ahora entre políticos guiados por sus intereses electorales hacia el 2018. El Partido Cambio Radical quiere tener un pie en la paz y otro en el uribismo a ver qué le pega más y con qué se salva mejor de los escándalos. El Fiscal Martínez, de esa cuerda, quiere ser la mano firme poniendo debates que ya fueron resueltos en la mesa de la Habana, pero se muestra inepto para hacer algo efectivo contra los asesinos de los casi 140 líderes sociales que han sido objetivo desde el año pasado de los 14 grupos paramilitares que hacen presencia en 149 municipios, según los informes de INDEPAZ.

    La adecuación de las Zonas Veredales ha sido tan vergonzosa que parece saboteada a propósito, y si no es así, en todo caso resulta ser funcional al volcamiento de la opinión y de las mismas Farc sobre temas logísticos y de solidaridad con los guerrilleros, mientras se manda a segundo plano el propósito nacional de concretar las reformas en materia agraria o en la política de drogas, que son la razón de ser de la solución política y negociada para salir realmente de la violencia y la guerra. Y para completar, el Centro Democrático no sale de su cuento chino; no bajan a los integrantes de Voces de Paz de terroristas y ponen temas por puro interés mediático, como el de los niños. Salen los protocolos para que se resuelva ese problema y en seguida cambian de tema.

    Claro que es muy lógico pensar en una traición bajo estas condiciones. Es lógico pensar que al Gobierno sólo le interesa cumplir con la dejación de armas de las Farc y su conversión en partido político, apostando a dejar el tema de las reformas condicionado a la victoria electoral de alguno de los partidos de lo que queda de la Unidad Nacional. Que los asesinatos de líderes sociales, principalmente de izquierda, seguirán, pero que tranquilos, que asesinatos en pleno aeropuerto El Dorado ya no van a volver a ocurrir.

    Aunque se supone que esto lo debimos saber desde el principio, ahora no está claro el plan de contingencia, sobre todo, porque el quiebre del plebiscito del 2 de octubre fue un quiebre inesperado del que la paz salió con vida, pero desgreñada. Lo seguro es que más allá de exigir y esperar el cumplimiento de los Acuerdos, tenemos la obligación de actuar políticamente en función de obligar a un cumplimiento que, claramente, no va a ser producto de la mera voluntad.

    La ciudadanía debe exigir a todos los candidatos a 2018, sin excepción, que le cumplan al país con los Acuerdos que fueron refrendados, a pesar de las falacias del Centro Democrático sobre el plebiscito que, valga recordar, resultó viciado por las mentiras.

    La generación que ya aprendió a repudiar el genocidio contra la Unión Patriótica tiene que entender ahora que el Fiscal simplemente no va a mover un dedo para evitar que asesinen a los líderes de Marcha Patriótica o de otros movimientos, a menos que condicionemos su puesto y su prestigio a que actúe efectivamente contra la impunidad.

    El reto de enfrentar la traición es, además, más grande de lo que parece, porque al mismo tiempo que defendemos la vida y sacamos adelante los asuntos urgentes, hay que evitar una nueva campaña electoral con el mensaje que hoy promueve Roy Barreras, según el cual hay que votar por él o por algún liberal y aceptar lo que sea, si queremos que terminen la tarea que no van a terminar este año. El país quiere ver que la paz son cambios, y si los que tienen el gobierno no los muestran y permiten que queden enterrados en montañas de denuncias, perderán ellos y perderemos todos.

    @Antequerajose

    24 de febrero de 2017

     

  • De la paz con las FARC a la paz con el ELN

    diciembre 5th, 2017

    La tendencia a enfocarse en los errores supuestos o reales de la mesa de diálogos de La Habana, que he podido constatar en varios espacios de trabajo en torno al nuevo proceso, podría conducir a un desperdicio grave de la experiencia y a un destino fallido.

    Hago la aclaración. Hablar de lecciones positivas no significa hablar desde la óptica del gobierno orgulloso que expresa haberle dado una victoria final a las fuerzas militares y a la confianza inversionista en reuniones del Foro Económico Mundial. No significa tampoco desconocer errores que se cometieron en el proceso con las Farc y que hay que considerar. Pero en cambio sí significa evitar la tentación de justificar particularidades del modelo diseñado para el diálogo Gobierno-Eln en contraste con el proceso de la Habana, desconociendo las razones por las que ese proceso fue como fue. Significa buscar un enfoque realista en función de la paz completa, insisto, alejándose del desperdicio de la experiencia.

    Sobre esa base recojo algunas lecciones preliminares desde mi punto de vista como activista, participante y estudioso, con la esperanza de aportar al proceso de diálogos que ha iniciado formalmente en Quito.

    1. Hay que remar todo lo que se pueda pero encender el motor cuando haya tormenta.

    Es deseable que el proceso gobierno-Eln sea el más exitoso ejercicio participativo, pero las partes tienen suficiente experiencia como para comprender las vicisitudes de la participación y para identificar los puntos de agenda por los que pasa la solución del conflicto. La experiencia acumulada de procesos anteriores gobierno-Farc, y la determinación para llegar a un Acuerdo permitieron evitar que la participación se convirtiera en una ventana para el oportunismo, lo cual fue determinante para lograr un Acuerdo Final. Además, se tomaron decisiones difíciles sobre temas a pesar de que el ejercicio participativo no enviara señales claras de solución y esas soluciones no fueran siempre las más populares según las mediciones de opinión.

    1. Una agenda tiene tareas pero también tiene tiempos.

    Al principio del proceso de la Habana escuchamos a los negociadores de las Farc decir lo mismo que dijo el Eln en un reciente comunicado: que no se le podían poner tiempos al proceso porque eso enredaba la mesa. No obstante, en retrospectiva, es claro que las Farc comprendieron que la agenda no era sólo la lista de temas a resolver, sino los tiempos en que la mesa debía producir soluciones para ganar legitimidad frente a una sociedad escéptica y bombardeada con mensajes contra-insurgentes y a favor de la indiferencia o la oposición a una solución política.

    1. El relato sobre el origen y las causas del conflicto

    Los temas de la agenda de negociación no son temas de las partes sino de la sociedad. Antes y durante el proceso de paz con las Farc fue muy importante el esfuerzo intelectual y comunicativo que se ha realizado en Colombia para posicionar la importancia de temas claves de la agenda, como la tierra y las víctimas, con todas las críticas que caben. No obstante, ese esfuerzo no le ha dado el mismo nivel de importancia a los temas claves de la agenda con el Eln: el modelo minero energético, la exclusión y su relación con el origen del conflicto. Sin un esfuerzo intelectual de envergadura será difícil alcanzar el nivel de comprensión suficiente que se necesita para un Acuerdo Final.

    1. d. Una visión compartida sobre la terminación del conflicto

    Gobierno y Farc fueron enemigos, pero al final tenían una visión del cambio compartida que pasaba por la democracia. No todo se podía resolver en la mesa de diálogos, pero la democracia aún representa el espacio de deliberación y competencia donde los adversarios pueden competir por el poder y así ejecutar los programas que proponen. El Eln tiene que mostrar su perspectiva futura, responder y comenzar a clarificar cuál es su destino después de un acuerdo.

    @Antequerajose

    10 de febrero de 2017

  • La era del populismo puro

    diciembre 5th, 2017

    Donald Trump, el Brexit, el plebiscito. Cada día se habla más de populismo. Un modo de construir lo político que implica apelar exitosamente a significantes vacíos, en los que grandes masas se sienten representadas por discursos donde cabe la mayor suma de indignación posible.

    Se dice que implica convertir esos discursos en religión y remover los sentimientos para que determinen decisiones. Pero nadie llega muy bien a un diagnóstico definitivo. Hay populismo del que apela al miedo, al racismo y la xenofobia, o en cambio, del que aglutina a la gente con toda su diversidad a favor de los derechos humanos, la participación y la justicia social.

    Existe también la expresión “momento populista” para decir que el populismo le llega a todos los países como una fiebre, pero que se les pasa. Pero lo que viene pasando en nuestros días cuestiona y llama mucho la atención. Este modo de construir lo político está extendiéndose y pasando a un siguiente nivel patológico gracias al recurso de nuevas tecnologías en desarrollo acelerado. Martin Hilbert, asesor tecnológico de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, cuenta en una entrevista en The Clinic On Line (https://goo.gl/7BGgHp) que Trump habría utilizado la información de internet de cerca de 250 millones de personas para clasificarlas y así enviarles  propaganda de campaña ajustada a sus perfiles, alcanzando el grado del populismopuro; diciéndoles exactamente lo que querían escuchar como estrategia ganadora. Lo peor, dice Hilbert, es que Obama también hizo algo muy similar en su momento.

    No estamos hablando de teorías conspirativas, sino del modo como están funcionando las cosas. Basta volver a ver la confesión de Juan Carlos Vélez, quien fuera director de la campaña del NO en el plebiscito e integrante del Partido Centro Democrático. Vélez contó como un gran logro que su campaña había ganado al lograr “que la gente saliera a votar verraca” gracias a los recursos tecnológicos disponibles en nuestro contexto criollo:

    “Descubrimos el poder viral de las redes sociales”. (…) “Unos estrategas de Panamá y Brasil nos dijeron que la estrategia era dejar de explicar los acuerdos para centrar el mensaje en la indignación. En emisoras de estratos medios y altos nos basamos en la no impunidad, la elegibilidad y la reforma tributaria, mientras en las emisoras de estratos bajos nos enfocamos en subsidios. En cuanto al segmento en cada región utilizamos sus respectivos acentos (…)”

    Estas revelaciones nos obligan a trascender los análisis obvios sobre el populismo que se vienen reproduciendo. No estamos hablando sólo de un modo de hacer campañas exitosas apelando al pueblo, ni de la predecible derrota de las figuras desgastadas y con bajos índices de popularidad como Hillari Clinton o Juan Manuel Santos. Se trata de la reconfiguración de la democracia representativa, del cuestionamientosobre la posibilidad de que realmente funcione y tenga sentido su defensa. En Colombia, nada más y nada menos, estamos hablando de las condiciones reales que viabilizan la promesa de paz que ya marcó a una generación entera.

    Si la base de populismos como el de Trump es el manejo de los datos que entregamos voluntariamente empresas de redes sociales de internet habrá que asumir en serio el debate sobre el uso y las limitaciones que se le pueden dar a esos datos. Llevar eso a un punto claro de agenda política es ya, sin duda, un reto maravilloso para quienes deben liderar el futuro.

    Que no nos pase lo que nos pasó en los 80, cuando las balas, la muerte y el odio ahogaron reflexiones urgentes sobre la ola de las democracias neoliberales que recorrió el mundo desde Chile hasta Europa del Este. Ahora hay muchas urgencias, pero no perdamos de vista que los guerrilleros están dejando las armas, y también están abriendo Facebook.

    @Antequerajose

    3 de febrero de 2017

  • Suelten a los niños

    diciembre 5th, 2017

    La implementación legislativa esta semana ha estado atravesada por cuatro grandes cuestiones. La primera, la participación de una agrupación de ciudadanos en el Congreso, Voces de Paz, que ha asumido la defensa del Acuerdo así como la facilitación de la conversión de las Farc en partido político. La segunda, el debate sobre el Acto Legislativo con el que arrancaría la creación de la Jurisdicción Especial para la Paz. La tercera, el debate sobre los retrasos e incumplimientos desde las partes con respecto a la llamada entrega de los niños y niñas que pertenecieron a las filas de las Farc. La cuarta, los retrasos en el cumplimiento de los compromisos del gobierno para la instalación completa, con todas sus condiciones logísticas y de seguridad, de las Zonas Veredales Transitorias de Normalización donde deben concentrarse los combatientes de las FARC para realizar el proceso de dejación de armas.

    Ninguno de estos temas es menos importante, simplemente.

    Que Voces de Paz tenga espacio en el Congreso, que esté compuesta por ciudadanos y ciudadanas y que cuente con los elementos necesarios para hacer su labor, es una condición para el emprendimiento del proceso de apertura democrática. Apertura que no es una concesión del gobierno para las FARC, sino el único modo correcto de resolver una de las causas más claras por las que se generó el conflicto, se reprodujo, se agudizó y se degradó: la farsa de democracia que hemos sufrido en Colombia.

    Que se apruebe la Jurisdicción Especial de Paz es una condición para la satisfacción de los derechos de las víctimas y para el logro efectivo de la no repetición a partir de los cambios y lecciones que sólo pueden surgir de la verdad. Y esa Jurisdicción tiene que cumplir con los elementos que permitan investigar y juzgar la responsabilidad de mando para los agentes del Estado, así como tiene que incluir incentivos y sanciones para que todos los actores involucrados en el conflicto contribuyan efectivamente a la verdad.

    Que se cumpla con los acuerdos para que los niños y niñas en las filas de las FARC realicen un proceso adecuado de restitución plena de derechos, es una obligación que no necesita mayor explicación, máxime cuando ya han sido firmados compromisos al respecto con fechas definidas. Y por supuesto, que se cumpla con la instalación completa de las ZVTN, es lo mínimo, lo obvio, para la dejación de armas con garantías; un compromiso que ya ha sido expuesto ante el mundo con la visita del Presidente de Francia al país.

    Sin embargo, lo que ocupó la semana en los medios de comunicación fue el tema de los niños y niñas. Lo que repitieron los representantes del Centro Democrático en el Congreso en los debates de implementación legislativa fueron exigencias sobre el tema de los niños y las niñas. Lo que se hizo relevante del discurso de Humberto de la Calle fue el tema de los niños y las niñas. Y esto, al punto de que circuló la idea de que se debía frenar la implementación legislativa hasta que no se cumpliera con el compromiso de entregar a los niños y las niñas.

    Siendo un tema tan importante, su reiteración sin explicación sobre sus vicisitudes cumple principalmente dos funciones: por un lado les sirve a muchos para hacer política pre campaña jugando con los sentimientos de la gente e incluso de las familias de los niños y las niñas que deben ser entregados. Por el otro, sirve para quitarle importancia a los otros temas. Y lo que ocurre con esa política es que genera un círculo vicioso, porque todos los temas son importantes en la medida en que son interdependientes, y al quitarle importancia a unos se retrasan todos, incluyendo el de los niños y las niñas.

    Suelten a los niños de las estrategias. Sólo hay un modo de hacer esto bien y es hacerlo completo.

    @Antequerajose

    27 de enero de 2017

  • Populismos

    junio 4th, 2017

    Regresé de un viaje a Europa donde hable en no sé cuántas reuniones y foros sobre los riesgos y proyecciones del proceso de paz en Colombia. Allí, además de compartir concepciones acerca del papel de las victimas en el logro y diseño del Acuerdo de Paz, elaboré visiones más claras sobre el rol de la llamada sociedad civil y sobre los desafíos políticos que se desprendieron de esa paradójica situación ocasionada por el plebiscito y la arena de mentiras en que se convirtió.

    Sobre este momento que vivimos me ronda una certeza: es nocivo que a la sociedad se le convoque esperando que siempre salve al barco de la paz de hundirse, pero que no se abran espacios claros de construcción con los nuevos liderazgos que se van construyendo. Y es más nocivo aún que esos nuevos liderazgos prefieran el objetivo de hacerse a una bandera pequeña más en medio del repertorio conocido que es una minoría llamada izquierda.

    Dos semanas después de mi regreso, cargado de reflexiones encalladas en la ciudad de Berlín y toda la historia contemporánea del mundo occidental que la atraviesa, me encuentro por momentos confundido. Pienso en todo lo que hemos olvidado por haber dedicado más que cuatro años y una vida al asunto de un acuerdo entre el gobierno y las FARC. El país no cabía en esa mesa, es cierto, así que no fueron parte de los acuerdos temas fundamentales para la vida de la mayoría de la población concentrada en las ciudades. Hubo espacio para hablar de un plan de electrificación del campo, por ejemplo, pero no para hablar del alcantarillado y el agua potable que no hay en ciudades que se supone que producen lo suficiente para tener muchas necesidades resueltas, como Buenaventura. Al segundo después pienso que se trataba justamente de eso, de que la paz nos liberara de la atención excesiva que se le ha puesto en Colombia a la guerra, aunque lo que me confunde es que aún no nos encontramos con la nueva realidad de demandas posacuerdo que dijimos que queríamos que se desatara. Es temprano, lo sé, pero eso no elimina la trampa. Estamos atrapados porque no nos dejan salir jodiéndonos todo el día con absurdos cuestionamientos sobre la «ideología de género», sobre las gafas de un tal Santrich, y la incapacidad del gobierno para llevar refrigerios a unas Zonas Veredales, entre otras. Pero es difícil decir que si tuviéramos una escalera seguro la usaríamos porque en la trampa hicimos cueva y en la cueva una cómoda casa.

    Las reflexiones sobre populismo en nuestros días son infinitas. Identidad popular en vez de discursos idealistas es lo que reclama la gente para sentirse representada. Populismo de izquierda que convoca sobre significantes vacíos pero, se supone, con pretensiones serias de movilizar para los cambios. Populismo de derecha, con el mismo método pero, se supone, para mantener en el engaño y la dominación a un pueblo que puede sentirse libre gritando en el carnaval del día después de la fiesta en el que su cuerpo y su trabajo son el banquete. El populismo no sólo coincide con una época de mediatización y masificación de significados y significantes, ni mucho menos con la rabia de los outsiders contra las instituciones. Coincide con una necesidad de conexión con lo popular y en ese sentido coincide con una especie de liberación bienvenida del esfuerzo teórico de acomodar el mundo a un plan estratégico. Coincide, pues, con ese momento en que vivimos.

    Lo cierto y lo no calculado de esta transición que vivimos es que es una transición con unos presupuestos en medio de una transición más grande que se desenvuelve en otros términos. El mundo transita hacia la solución de una crisis de fondo que estalló primero con las Torres Gemelas y luego con la crisis de 2008. Ensayo- error vamos hacia un lugar en el que necesariamente tendrá que estar resuelta la dependencia del Petróleo. La transición en Colombia se construyó sobre el presupuesto de que la oportunidad para un gobierno de cambios era posible, pero las cosas cambiaron entre el inicio y el final del proceso de manera que el gobierno de 2018 empezará con el mandato de cerrar la posibilidad de que algún día llegue al poder en Colombia el populismo de izquierdas a ejecutar un plan de sustitución de la dependencia petrolera construyendo una base social beneficiada que le sostenga.

    Nuestra vida estuvo hasta ahora marcada por una línea que iba entre la historia de conflicto y el destino de la paz. Eso no ha cambiado, pero creo que tenemos que entender el nuevo tiempo de juego. Derechos humanos no es lo que anhela el país de la transición. Los reclama, obvio, porque son lo mínimo, pero ya no se meten allí todas las reivindicaciones sociales como aprendimos a hacerlo en los años 80, apelando a pactos y tratados de derechos a falta de autoridad en los textos revolucionarios. La agenda por disputar en el mundo, me parece, es la de la democracia pero vinculada a un modelo de desarrollo que no se termina de aclarar entre el imperativo de supervivencia y la urgencia de dinero. Pensando en eso me espabilé sentado frente a parlamentarios alemanes que preguntaban sobre la memoria y la reconciliación en Colombia. Ellos también sospechaban con razón del discurso ese de que el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. No basta con saber quién es uno, si no hay con qué meterse al colegio a mejorar lo que uno es.

    José Antequera Guzmán

  • Suelten a los niños

    enero 30th, 2017

    Es totalmente inconveniente pretender frenar la implementación legislativa del Acuerdo de Paz con el argumento del retraso en la llamada entrega de los niños y las niñas.

    La implementación legislativa esta semana ha estado atravesada por cuatro grandes cuestiones. La primera, la participación de una agrupación de ciudadanos en el Congreso, Voces de Paz, que ha asumido la defensa del Acuerdo así como la facilitación de la conversión de las FARC en partido político. La segunda, el debate sobre el Acto Legislativo con el que arrancaría la creación de la Jurisdicción Especial para la Paz. La tercera, el debate sobre los retrasos e incumplimientos desde las partes con respecto a la llamada entrega de los niños y niñas que pertenecieron a las filas de las FARC. La cuarta, los retrasos en el cumplimiento de los compromisos del gobierno para la instalación completa, con todas sus condiciones logísticas y de seguridad, de las Zonas Veredales Transitorias de Normalización donde deben concentrarse los combatientes de las FARC para realizar el proceso de dejación de armas.

    Ninguno de estos temas es menos importante, simplemente.

    Que Voces de Paz tenga espacio en el Congreso, que esté compuesta por ciudadanos y ciudadanas y que cuente con los elementos necesarios para hacer su labor, es una condición para el emprendimiento del proceso de apertura democrática. Apertura que no es una concesión del gobierno para las FARC, sino el único modo correcto de resolver una de las causas más claras por las que se generó el conflicto, se reprodujo, se agudizó y se degradó: la farsa de democracia que hemos sufrido en Colombia.

    Que se apruebe la Jurisdicción Especial de Paz es una condición para la satisfacción de los derechos de las víctimas y para el logro efectivo de la no repetición a partir de los cambios y lecciones que sólo pueden surgir de la verdad. Y esa Jurisdicción tiene que cumplir con los elementos que permitan investigar y juzgar la responsabilidad de mando para los agentes del Estado, así como tiene que incluir incentivos y sanciones para que todos los actores involucrados en el conflicto contribuyan efectivamente a la verdad.

    Que se cumpla con los acuerdos para que los niños y niñas en las filas de las FARC realicen un proceso adecuado de restitución plena de derechos, es una obligación que no necesita mayor explicación, máxime cuando ya han sido firmados compromisos al respecto con fechas definidas. Y por supuesto, que se cumpla con la instalación completa de las ZVTN, es lo mínimo, lo obvio, para la dejación de armas con garantías; un compromiso que ya ha sido expuesto ante el mundo con la visita del Presidente de Francia al país.

    Sin embargo, lo que ocupó la semana en los medios de comunicación fue el tema de los niños y niñas. Lo que repitieron los representantes del Centro Democrático en el Congreso en los debates de implementación legislativa fueron exigencias sobre el tema de los niños y las niñas. Lo que se hizo relevante del discurso de Humberto de la Calle fue el tema de los niños y las niñas. Y esto, al punto de que circuló la idea de que se debía frenar la implementación legislativa hasta que no se cumpliera con el compromiso de entregar a los niños y las niñas.

    Siendo un tema tan importante, su reiteración sin explicación sobre sus vicisitudes cumple principalmente dos funciones: por un lado les sirve a muchos para hacer política pre campaña jugando con los sentimientos de la gente e incluso de las familias de los niños y las niñas que deben ser entregados. Por el otro, sirve para quitarle importancia a los otros temas. Y lo que ocurre con esa política es que genera un círculo vicioso, porque todos los temas son importantes en la medida en que son interdependientes, y al quitarle importancia a unos se retrasan todos, incluyendo el de los niños y las niñas.

    Suelten a los niños de las estrategias. Sólo hay un modo de hacer esto bien y es hacerlo completo.

    José Antequera Guzmán

    http://colombia2020.elespectador.com/opinion/suelten-los-ninos

     

  • 2017: La cuestión es la democracia

    enero 30th, 2017

    Dos intelectuales muy promocionados últimamente coinciden en un diagnóstico. Achille Mbembe y Yuval Noah Harari anuncian el fin de la era del humanismo como gran marco de la crisis de la democracia: el quiebre de una larga etapa histórica en la que las disputas ideológicas en el mundo estaban marcadas por la certeza compartida de que las experiencias y los sentimientos humanos eran valiosas fuente de autoridad y sentido. Hay democracia donde esas experiencias y sentimientos sustentan, al menos, la legitimidad de un voto. La tan acelerada revolución científica y tecnológica nos está poniendo a las puertas de una nueva era en la que los seres humanos podemos ser tratados como cualquier otro organismo, no por lo alto de los valores del Siglo XX, sino por lo bajo de la reducción a ser simples algoritmos, con consecuencias aterradoras.

    Así se proyecta una gran batalla del Siglo XXI. Se proyecta que seamos algoritmos convencidos del sentido de nuestra existencia por lo que montemos en la red y lo que nos regale una burbuja de validación, bien vigilados los unos, bien desnutridos los otros, sin ningún otro valor para la democracia que el del consumo. Pero también se proyectan posibilidades desconocidas de emancipación, como habría dicho Marx, “a partir del desarrollo de las fuerzas productivas”, sólo si ese desarrollo se equilibra con la supervivencia. Mucho depende de la voluntad política que dispute un sentido emancipador de la democracia frente al capitalismo neoliberal, pero además, del aprovechamiento de esas posibilidades científicas y tecnológicas que componen la crisis de modo virtuoso.

    Estas discusiones son relevantes aquí y ahora, en la Colombia en proceso de implementación de los Acuerdos de Paz y no deberían ser vistas como paranoia basada en la serie Black Mirror. El núcleo general del Acuerdo Final para la terminación del conflicto es la ampliación de la democracia. Además, la alternativa que se presenta ahora que se supone que nos vamos liberando del conflicto armado, es y será democrática, o así se tendrá que reclamar, y se enfrentará a muchas acusaciones sobre ese paradigma de lo políticamente correcto.

    ¿Qué significa la ampliación de la democracia hoy en Colombia? Esa es la pregunta de fondo a los pronósticos sobre los temas relevantes del año 2017 en los titulares de prensa que anuncian como asuntos aislados la implementación, las próximas elecciones, etc. Yo diré dos cosas vagas, por ahora.

    La recomposición de las fuerzas de cambio que se avecina con la conversión de las FARC en movimiento político tiene que asumir con seriedad el problema de la democracia, de sus crisis y necesaria ampliación. Partidos, movimientos y agrupaciones auténticamente democráticos es lo que reclama este momento y la vara para medir esa autenticidad es cada día más alta. ¿Qué significa eso hoy? Hay que superar la idea arcaica de que el pastel que nos toca es pequeño y estático, haciendo que temas comunes se disputen restando, en vez de sumar. Hay un exceso de arrogancia de quienes han gobernado y de quienes no lo han hecho. Después de navidad, se les olvida que cuando las cosas se ponen feas sólo nos queda la familia. Hay una gran actualización ideológica y operativa en deuda con base en el conocimiento científico actualizado. Internet no sirve sólo para hacer videos y convocatorias.

    Es mentira y ha sido mentira que la razón de ser del proceso de paz sea el desarme de las FARC. La ampliación de la democracia es lo que se le debe a este país lleno de muertos y significa mucho más que eso. En 2017 y hacia adelante se impone esa ampliación, o se impone la agenda de la extrema derecha que llama democráticas a políticas que no lo son. Para que eso pase hay que sumar y multiplicar a las muchas fuerzas de cambio que existen en Colombia y aceptar, con proyección estratégica, la posibilidad de un gobierno de transición también con los nuevos movimientos que surjan. Ninguno de los puntos del Acuerdo Final son incompatibles con la agenda de la anti-corrupción, con el enfrentamiento de las consecuencias de los TLC o de las leyes de salud y pensión, o la crítica al modelo minero, al programa de infraestructura o la estructura regresiva de los impuestos, que son temas que mencionan los precandidatos actuales, Jorge Robledo y Claudia López.

    Hoy en Colombia hay menos incompatibilidad de agendas de transformación que nunca y si no se ponen de acuerdo quienes dicen querer la paz, que implica cumplir con la ampliación de la democracia, no será por imposibilidad programática sino por miedo a untarse del pasado de los otros, y esa falta de altura la pagaremos durante todo un siglo.

    Bienvenido el 2017.

    http://pacifista.co/2017-la-cuestion-es-la-democracia/

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

  • 2016 y la esperanza

    diciembre 9th, 2016

    El NO en el plebiscito. La presidencia de Trump. La tragedia del avión de Lamia. El fantasma de un genocidio ad portas de la implementación de los Acuerdos de la Habana. Rafael Uribe Noguera y la infamia contra Yuliana Samboní. Cada uno de estos hechos, y mucho más si vienen juntos en menos de seis meses, golpean con fuerza cosas que se dan por seguras en nuestra sociedad. Nos limitamos a decir: ojalá que se acabe pronto este año. Pero la procesión va por dentro.

    ¿Qué carajos ha pasado?, nos preguntamos como si cualquier cosa en las primeras reuniones de navidad. Hay quien dice que es el año del mono. Los más ñoños quisiéramos asociar la crisis civilizatoria y la crisis económica que tenemos desde 2008 para explicarle a los amigos sobre el populismo de derechas de Uribe Vélez y Trump, y hablar del neoliberalismo salvaje sobre la cabeza de un piloto tacaño e irresponsable. Algunos quieren convencerse, y yo estoy ahí también, de que los asesinatos pararán porque los tiempos han cambiado pero no tenemos dónde jurarlo. Y casi todos llegamos a la historia de Yuliana y su familia como frente al muro de una cárcel infranqueable e incomprensible. También hay quien dice que somos unos lelos siguiendo la agenda de los mass media, y seguro lo somos, pero aquí estamos.

    “Todas las religiones son iguales. Todas han prosperado por las mismas virtudes y todas se han corrompido por los mismos vicios”, dijo José Martí. Hay virtud en la misa, en la mezquita y en la ceremonia, sin duda. Y hay un poco de esa virtud en la marchas después del 2-O, en las calles llenas de jóvenes gritando que Trump no los representa, en el Atanasio Girardot lleno a reventar convocando a todo el país en torno a la solidaridad, o en la indignación que recorre a Colombia pidiendo justicia para el vil asesinato. Un poco de consuelo, abrazos, respuestas, conversión, estímulo y fortaleza. Pero también hay mucho vicio en el anticomunismo ignorante y barato de algunos pastores que no conducen un rebaño sino una lista de contribuyentes. Vicio en el oportunismo recurrente ahora magnificado por las redes sociales llenas de selfies y de banalidad del bien. Vicio en la gavilla de linchamiento y en el populismo punitivo que levantaron los mentirosos de la campaña del NO y que ahora enarbolan los congresistas del Partido que gobierna que dicen preocuparse por los niños pero que niegan el derecho a la educación plena o el derecho fundamental al agua.

    Yuval Nohah Harari, el autor de “De animales a Dioses” que citó Yezid Arteta en una columna reciente sobre Fidel Castro, muestra en su segundo best seller un experimento que dice mucho sobre la esperanza. Un ratoncito en un vaso al que un científico desalmado comienza a llenar con agua aguanta una X cantidad de tiempo luchando por sobrevivir, hasta que se rinde y se ahoga. Otro ratoncito en la misma situación es sacado justo antes de perder las fuerzas. Lo bañan, le dan de comer y repiten con él el experimento. La segunda vez aguanta más tiempo, se supone que esperando lo que el otro no sabía que podía esperar. ¿Luchar o rendirse?

    No nos han faltado ni nos faltarán la sonrisa y la fortaleza para ver salidas en cada momento porque somos sobrevivientes de muchas cosas. Pero hace falta mucha coherencia hoy en Colombia si queremos recuperar la confianza que necesitamos para navegar bajo la lluvia. Los hechos trascendentes del último semestre necesitan respuestas reales y no meras constancias históricas. Me permito decir también que necesitamos que la gente que cree y conecta alternativas frente a las injusticias busque y encuentre el eslabón perdido de una espiritualidad que le preste atención a lo que se siente cuando todo se desmorona. No es cuestión de creer en fábulas.

    Me acuerdo ahora de una canción de Silvio Rodríguez que ha comenzado a sonar por la muerte del Comandante de la Revolución Cubana: “Estos años son el pasado del cielo”. Hay mucho por hacer.

    José antequera Guzmán

←Página anterior
1 2 3 4 5 6 … 9
Siguiente página→

Blog de WordPress.com.

  • Suscribirse Suscrito
    • Primero fue la palabra.
    • Únete a otros 39 suscriptores
    • ¿Ya tienes una cuenta de WordPress.com? Inicia sesión.
    • Primero fue la palabra.
    • Suscribirse Suscrito
    • Regístrate
    • Iniciar sesión
    • Denunciar este contenido
    • Ver el sitio en el Lector
    • Gestionar las suscripciones
    • Contraer esta barra